El 17 de marzo de 2003, durante la apertura, en Ginebra, de la 59ª Comisión de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Reporteros Sin Fronteras denunció la mascarada que significa la presidencia de Libia. La organización se pregunta hoy qué credibilidad puede tener todavía una instancia dirigida por el representante de un país que se burla continuamente de los derechos humanos.
El 17 de marzo de 2003, durante la apertura, en Ginebra, de la 59ª Comisión de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Reporteros Sin Fronteras denunció, en el Palacio de las Naciones, la mascarada que significa la presidencia de Libia. Seis miembros de la organización tiraron panfletos en la Sala de las Asambleas, mientras el nuevo presidente libio, Najat Al-Haijaji, pronunciaba su discurso inaugural. "¡Finalmente la ONU ha nombrado a uno que sabe de lo que habla!", afirmaba irónicamente el panfleto, del que se lanzaron miles de ejemplares sobre los participantes.
Desapariciones, tortura, arrestos arbitrarios, detenciones sin inculpación ni juicio, censura generalizada, hostigamiento de las familias de los opositores: Libia, elegida el pasado 20 de enero para la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ha conseguido pasar el listón en materia de violación de las libertades. Reporteros Sin Fronteras se pregunta hoy qué credibilidad puede tener todavía una instancia dirigida por el representante de un país que se burla continuamente de los derechos humanos.
Con esta nueva presidencia, la Comisión pone de manifiesto que actualmente puede servir para encubrir las exacciones de algunos de sus miembros, a través de sórdidos regateos. El acceso de Libia a la presidencia es la gota de agua que colma el vaso. Sin despreciar el trabajo de calidad de muchos Relatores especiales de la Comisión, Reporteros Sin Fronteras estima, sin embargo, que ya es hora de dejar de prestarse a ese juego de engaños. Por tanto, la organización ha decidido que este año, por primera vez, no va a facilitar comunicaciones escritas ni orales a la Comisión, en señal de protesta. Las víctimas de las exacciones, ¿no merecen un poco más de consideración y respeto?