Una misión de RSF ha censado no menos de cuarenta casos de trabas a la libertad de los periodistas, desde el comienzo de la ocupación de las ciudades palestinas. Puede hablarse de una deliberada política de intimidación por parte del ejército israelí.
Desde el comienzo de la ofensiva israelí contra algunas ciudades que están bajo el control de la Autoridad Palestina, en diez días se han producido al menos cuarenta casos de trabas a la libertad de los periodistas (periodistas heridos, detenidos, expulsados, amenazados, etc.). El ejército israelí apunta deliberadamente a los periodistas. Hoy se puede hablar de una deliberada política de intimidación. Las autoridades israelíes tratan a muchos periodistas como a "enemigos", acusados de ser "pro palestinos". Hacen de todo para evitar que la prensa internacional pueda presenciar sus operaciones militares, y los abusos que las acompañan.
En estos últimos días se han multiplicado los atentados contra la libertad de prensa. Desde que, el 31 de marzo, las autoridades israelíes declararon a Ramallah "zona militar prohibida", los periodistas cada vez tienen más dificultades para trabajar. Detenidos, amenazados, maltratados, impedidos para desplazarse, expulsados, heridos e incluso privados de sus acreditaciones y sus pasaportes: las autoridades israelíes intentan limitar la libre circulación de la información. Sobre el terreno, el ejército israelí se dedica a impedir que los periodistas puedan cubrir libremente su última ofensiva, a pesar de que el Estado de Israel firmó y ratificó el Pacto Internacional relativo a los derechos civiles y políticos, cuyo artículo 19 garantiza la "libertad de buscar, recibir y difundir informaciones". La situación de la libertad de la prensa se ha degradado como nunca lo había hecho antes, en la historia del Estado de Israel.
Desde el 29 de marzo, al menos cinco periodistas han resultado heridos: Carlos Handal, operador del canal egipcio Nile TV; Anthony Shahid, periodista norteamericano del diario Boston Globe; Madjadi Banura, operador del canal Al Jazira; Iyad Hamad, periodista palestino que trabaja para APTN y Jérôme Marcantetti, operador del canal francés de televisión LCI. Al menos han sido detenidos ocho periodistas palestinos. Según Hamdi Farraj, director de la televisión palestina Ar Rouah, dos de sus periodistas, Ashraf Farraj y Jalal Hameid, arrestados el 3 de abril, todavía permanecen detenidos. Algunos de esos reporteros han sido maltratados y humillados. Como Atta Iweisat, fotógrafo del diario israelí Yediot Aharonot y de la agencia Gamma, que fue detenidos por soldados israelíes que le acusaron de carecer de acreditación. Durante más de una hora, y bajo la lluvia, le mantuvieron arrodillado, con la cabeza baja y las manos atadas a la espalda. También en Ramallah, dos operadores que trabajan para Reuters y MBC fueron obligados a desnudarse, en un control en plena calle, bajo la amenaza de las armas de los soldados israelíes.
Una veintena de periodistas han sido tiroteados. Al menos cuatro disparos alcanzaron a Nasser Nasser, un fotógrafo que trabaja para Associated Press, mientras tomaba imágenes de los vehículos blindados en Ramallah. Por otra parte, los periodistas de un convoy de siete vehículos blindados de la prensa internacional, que pretendían asistir a la llegada del mediador norteamericano, Anthony Zinni, al cuartel general del presidente palestino Yasser Arafat, fueron objeto de disparos de intimidación y del lanzamiento de cinco granadas ensordecedoras. Cuando el convoy se daba media vuelta, el vehículo blindado de la CNN fue alcanzado por un disparo, que rompió el cristal trasero. El hotel City Inn Palace de Ramallah, donde se han reunido muchos periodistas, está siendo tiroteado regularmente.
Son incontables los periodistas que encuentran impedimentos para desplazarse. Algunos ejemplos: en Belén, varios periodistas italianos permanecieron bloqueados, durante cerca de veinticuatro horas, en un convento cercano a la basílica. Los soldados israelíes retuvieron, durante varias horas, a cuatro periodistas turcos, en el Centro de Prensa de Ramallah, registrándoles y confiscando sus pasaportes, e impidiéndoles abandonar el edificio. Al periodista británico Iñigo Gilmore, del Sunday Telegraph, los soldados israelíes le confiscaron, durante veinticuatro horas, su pasaporte en Ramallah. En todos los casos, la situación sólo se pudo desbloquear gracias a las presiones de los gobiernos de los periodistas afectados.
La Oficina de Prensa del gobierno retiró sus acreditaciones a dos periodistas de Abu Dabi TV, acusados de difundir "propaganda anti - israelí". Uno de ellos fue expulsado. Esa misma Oficina ha dirigido cartas a los responsables de las oficinas locales de los canales norteamericanos NBC y CNN, acusándoles de "violar groseramente" una orden del ejército al trabajar en las zonas militares, declaradas prohibidas por Tsahal.
Una vez más, los medios de comunicación palestinos han sido el objetivo del ejército israelí. El 30 de marzo, algunos soldados israelíes penetraron en el edificio de la radio - televisión palestina, La Voz de Palestina, que tuvo que dejar de emitir desde Ramallah. Los soldados exigieron que abandonaran las oficinas los cuatro periodistas que se encontraban en el interior. También fue ocupado el edificio del Ministerio de Cultura, que albergaba una radio y una televisión locales. También en Ramallah, las fuerzas israelíes penetraron en un edificio, sede de varios medios de comunicación palestinos y extranjeros, entre ellos la agencia británica Reuters.
Pero, esta política restrictiva con la prensa no data de finales de marzo. Desde el comienzo de la Segunda Intifada, en septiembre de 2000, Reporteros Sin Fronteras ha reseñado 53 casos de periodistas heridos de bala. Reporteros Sin Fronteras puede afirmar, después de haber llevado a cabo investigaciones sobre el terreno que, en la inmensa mayoría de los casos, los tiros eran de origen israelí. Varios periodistas fueron víctimas de atentados graves. Sin embargo, algunos de ellos eran claramente identificables y, en el momento del atentado, se encontraban al margen de los enfrentamientos. Salvo raras excepciones, no se ha efectuado ninguna investigación seria y se han adoptado muy pocas sanciones contra los autores de los disparos. Un fotógrafo italiano, Raffaele Ciriello, resultó muerto el pasado 13 de marzo, a consecuencia de las balas disparadas desde un carro israelí, en Ramallah.
En 2002, solo se ha renovado su carnet de acreditación a menos de la mitad de los periodistas palestinos. Según Fawaz Kamal, del Departamento de la prensa árabe de la Oficina de Prensa del Gobierno, el año pasado eran 600 y hoy son menos de 300 los que se encuentran en posesión de ese documento. A Awadh Awadh, que trabaja para la AFP, se lo han negado "por razones de seguridad". En otros casos, las autoridades se limitan a responder que "el asunto se está estudiando". Algunos periodistas ya sólo disponen de una acreditación para algunos meses -frente a los dos años de la acreditación tradicional- y otros de un nuevo documento, reservado para los "medios de comunicación asistentes". Pero, sin embargo, la acreditación es indispensable para poder circular entre Israel y los diferentes Territorios.
Por primera vez desde que Reporteros Sin Fronteras trabaja en Israel, el pasado 5 de abril la Oficina de Prensa del Gobierno se negó a entregar acreditaciones a los periodistas de la organización. El portavoz de la Oficina, Danny Seaman, justificó la decisión explicando que Reporteros Sin fronteras se ha convertido en una organización "política", a partir del momento en que, en noviembre de 2001, situó a Saúl Moffaz, el jefe de Estado Mayor del ejército israelí, entre los predadores de la libertad de prensa.
Reporteros Sin Fronteras condena el comportamiento del ejército israelí y denuncia la decisión israelí de prohibir determinadas zonas a la prensa. Estas medidas, que nunca alcanzaron tal amplitud desde el comienzo de la Intifada, son un nuevo atentado contra la libertad de prensa en los Territorios ocupados. La organización apela a las autoridades civiles israelíes para que revisen esas decisiones y pide a la comunidad internacional que acentúe sus presiones, sobre los responsables israelíes, para que la prensa pueda contar libremente la realidad de las operaciones en curso, que es el único medio para combatir los rumores y las falsas informaciones.
Reporteros Sin Fronteras pide, una vez más, a las autoridades israelíes que efectúen investigaciones, profundas e imparciales, sobre el conjunto de los casos de periodistas heridos o muertos desde septiembre de 2000, y que adopten las medidas necesarias para castigar a los autores de esas exacciones. En varias ocasiones, y sin resultados hasta ahora, la organización ya ha denunciado la ausencia de investigaciones serias del ejército, sobre esos acontecimientos.
Finalmente, Reporteros Sin Fronteras pide a las autoridades israelíes que respeten sus compromisos internacionales en materia de libertad de prensa, lo que debe traducirse en una libertad de movimientos, para todos los periodistas, corresponsales extranjeros, y periodistas israelíes y palestinos, y en un sistema de acreditación que ponga fin a la actual arbitrariedad de la Oficina de Prensa del Gobierno.
Jerusalén, a 7 de abril de 2002.