En el momento en que se precisa la eventualidad de una guerra y muchos periodistas van a ser enviados a trabajar a Irak, Reporteros Sin Fronteras hace una nueva incursión en la situación de la libertad de prensa en ese país. El presidente Saddam Hussein y su hijo Udai han transformado en herramienta de propaganda a la prensa iraquí, que antaño fue una de las más dinámicas de Oriente Medio.
¿Cómo se ha pasado de una prensa iraquí, que era una de las más dinámicas y libres de Oriente Medio, de 1920 a 1958, a unos medios de comunicación oficiales cuyo único papel hoy es reproducir la propaganda de Saddam Hussein?
Un informe de Reporteros Sin Fronteras, que hoy se hace público, describe la historia de la prensa iraquí, a lo largo del siglo. Después de la revolución de 1958, el control de los medios de comunicación se convirtió en una práctica corriente. En un clima de gran inestabilidad, la libertad de los periodistas se redujo poco a poco, los cierres de periódicos se multiplicaron. Saddam Hussein accedió a la presidencia en 1979. Se cerraron todos los periódicos que no apoyaban al partido Baas, en el poder. Y se puso en marcha la persecución sistemática y sangrienta de disidentes y periodistas. Desde 1979, decenas de ellos han sufrido acoso judicial y policial, cárcel y tortura. Un gran número han sido ejecutados, o desaparecieron.
El terror del régimen baasista tiene la particularidad de que no se ejerce únicamente contra los propios periodistas. Amenaza igualmente a toda su familia y a su comunidad. La utilización de la televisión por satélite, como instrumento de presión y de chantaje, demuestra que las intimidaciones del régimen de Saddam Hussein se ejercen más allá de las fronteras del país.
Tras la Guerra del Golfo (1991), Udai Saddam Hussein, el hijo mayor del presidente iraquí, se convirtió en una de las piezas maestras del control de los medios de comunicación, aunando distribución de privilegios y ejercicio del terror. En tanto que presidente del Sindicato de Periodistas Iraquíes y magnate de la prensa, el que se hace llamar "decano de los periodistas" interfiere completamente la prensa escrita, la radio y la televisión. Su influencia en los medios de comunicación de Bagdad es hoy más determinante que la del propio Ministro de Información.
Cerca de cuatrocientos periodistas iraquíes se exiliaron, los primeros en 1979 y más tarde en los años 90, y hoy residen en el extranjero. Algunos trabajan ahora en la prensa iraquí en el exilio, que es semejante a la oposición iraquí -débil, dividida y a menudo con inclinaciones autoritarias-, como explica el fundador del periódico Azzaman, con sede en Londres.
En Irak, desde hace años se le viene negando a la población su derecho a la expresión, y está sometida a una estrecha vigilancia. Resultan particularmente difíciles el trabajo de los periodistas extranjeros y el acceso a la información. Mediante el uso de negativas arbitrarias de visados y de permanentes amenazas de expulsión, o de prohibiciones de trabajar, el régimen de Bagdad impone graves restricciones a los medios de comunicación extranjeros.
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