Cuando Alí Lmrabet, director de publicación de los semanarios Demain magazine y Douman, debe comparecer ante el Tribunal de Rabat, entre otras cosas por "desacato a la figura del rey", Reporteros sin Fronteras publica un informe sobre la libertad de prensa en Marruecos. Tras una misión efectuada en el reino, la organización se siente preocupada por las presiones que allí se ejercen sobre la prensa independiente.
Alí Lmrabet, director de publicación de los semanarios Demain magazine y Douman, y corresponsal de Reporteros sin Fronteras en Marruecos, tiene que comparecer el 7 de mayo ante el Tribunal de Rabat, entre otras cosas por "desacato a la persona del rey". El 2 de mayo, su impresor le comunicó que no iba a seguir imprimiendo sus periódicos. Tras una misión en el reino, efectuada del 22 al 27 de abril, Reporteros sin Fronteras publica un informe sobre la libertad de prensa en Marruecos, titulado "Llamada al orden a la prensa independiente".
La prensa marroquí experimentó un formidable despegue en los últimos años del reinado de Hassan II. Con el tiempo, varios periódicos independientes han roto algunos tabúes, y revelado muchos "asuntos". Sin embargo, esta nueva libertad de tono no gusta en las alturas. Para "calmar" los ardores de la nueva generación de periodistas, el régimen recurre a numerosos métodos. El "caso Lmrabet" puede resumir, por sí mismo, los problemas a los que hoy tienen que enfrentarse los periódicos independientes: falta de independencia de la justicia, dificultad para abordar algunos temas delicados como la figura del rey, crecientes intervenciones de los llamados "sécuritaires", y presión sobre anunciantes e impresores.
El informe de Reporteros sin Fronteras denuncia así las frecuentes intervenciones de la Dirección de Vigilancia del Territorio (DST). Aunque hoy la prensa puede escribir sobre Hamidou Laânigri, el patrón de la DST, e incluso criticarle, no es menos cierto que siguen siendo sensibles algunos temas relativos a los "servicios". Los periodistas entrevistados hablan de vigilancias, escuchas telefónicas y amenazas.
En cuanto a la prensa extranjera, se encuentra bajo vigilancia. Las autoridades marroquíes siempre han sido muy sensibles a la imagen que da la prensa internacional del reino. El Ministerio de Comunicación no duda nunca en manifestar a los medios de comunicación extranjeros su descontento, por la cobertura de tal o cual acontecimiento. A los periodistas extranjeros en ocasiones les siguen e intimidan, y se censuran las publicaciones, cuando abordan algunos temas "delicados".
El informe de Reporteros sin Fronteras denuncia algunas de las disposiciones del nuevo código de prensa, que mantiene condenas de cárcel para algunos delitos de prensa. Así, según el artículo 41, puede castigarse con una condena de 3 a 5 años "cualquier atentado a la religión islámica, al régimen monárquico y a la integridad territorial". La organización está también preocupada por la reciente prohibición, de hecho, del canal qatarí Al-Jazira, y por la censura de que está siendo objeto, desde 2001, el semanario islamista Rissalat Al Foutouwa.
En conclusión Reporteros sin Fronteras recomienda, entre otras cosas, a las autoridades marroquíes que modifiquen la ley nº 77-00, no volviendo a aplicar penas de cárcel para los delitos de prensa y precisando, en su artículo 41, los términos "atentado a la religión islámica, al régimen monárquico y a la integridad territorial", que pueden prestarse a interpretaciones muy amplias. La organización pide igualmente que se concedan con total trasparencia las subvenciones y la publicidad estatal a los periódicos.
La totalidad del informe de Reporteros sin fronteras