Reporteros sin Fronteras está indignada por la brutalidad policidad con que fue tratado Darío Illanes, del diario regional El Tribuno, el 1 de agosto de 2007 en Salta. La organización condena también las amenazas de un sacerdote de extrema derecha a un periodista. Se trata de hechos que recuerdan el siniestro período del régimen militar.
Reporteros sin Fronteras quiere manifestar toda su rabia por el arbitrario encarcelamiento, y la posterior agresión, de Darío Illanes, del diario regional El Tribuno, ocurridos el 1 de agosto de 2007 en una comisaría de la provincia de Salta (Noroeste).
“Ese salvaje equipo de policías, que circulaban en un coche sin placas, recuerda las tristes horas de la dictadura, cuando las fuerzas del orden y el ejército se dedicaban a secuestrar opositores. Por atreverse a abordar el tema, tan sensible, de la justicia de los menores, Darío Illanes ha sufrido un inadmisible atentado a su libertad de periodista, y a su dignidad de hombre. Además de las sanciones administrativas tomadas con los funcionarios incriminados, se impone una intervención de las autoridades federales”, ha declarado la organización.
Darío Illanes ha declarado que, en compañía de otros periodistas, se presentó en un centro de detención que acoge a un centenar de menores. Quería hablar con la dirección del establecimiento acerca de un motín que tuvo lugar la víspera. Mientras los niños y adolescentes internados le contaban, desde sus celdas, los malos tratos que aseguran sufrir, tres policías de civil, llegados al lugar en un vehículo sin placas de matrícula, le empujaron y golpearon brutalmente. Después pusieron al periodista entre rejas, antes de darle una paliza lejos de las miradas de los demás.
Desde el exterior, sus colegas escucharon los gritos de socorro y consiguieron, hora y media más tarde, que saliera en libertad. Darío Illanes, herido en varias partes del cuerpo, presentó una denuncia por agresión. Según el comisario Gilberto Pereyra, jefe de la policía de Salta, los tres policías incriminados han sido suspendidos en sus funciones y se va a efectuar una investigación pero, siempre según él, el periodista se encontraba en un “sector no autorizado”.
Otro episodio ha venido también a recordar los años negros del proceso militar. El 31 de julio, Alfredo Silletta, periodista de investigación independiente, así como su familia, fueron amenazados de muerte por el cura Carlos Miguel Buela, fundador de la orden religiosa de extrema derecha “Verbo encarnado”, después de que publicara una obra sobre la influencia de ese tipo de movimientos en la Iglesia católica. La víspera, el periodista habló del asunto con el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, presidente del episcopado argentino.
Carlos Miguel Buela dirigió a Alfredo Silletta una carta que contenía la siguiente frase, cargada de intenciones, sacada de la Biblia : “Más le valdría que le ataran una piedra al cuello y le arrojaran al mar (Evangelio de Lucas 17, 2). Que tenga piedad de su alma”, en una clara alusión a los métodos utilizados por los militares durante la dictadura, cuando arrojaban desde aviones los cuerpos de los opositores adormentados, en el Río de la Plata. “Los compromisos de la Iglesia católica con el régimen militar hacen que este tipo de manifestaciones resulten aun más intolerables. La conferencia episcopal tiene que sancionar a ese sacerdote, y la justicia debe condenarle”, es la reacción de Reporteros sin Fronteras.