Reporteros sin Fronteras está indignada por la falta de progresos en la investigación del asesinato, hace un año, de Zakia Kaki, directora de la emisora Sada-e-Solh (Radio de la Paz), ocurrido en el norte de Kabul. "La escandalosa impunidad que rodea este caso posibilita una oleada de violencia contra las mujeres periodistas", ha manifestado la organización.
Reporteros sin Fronteras está indignada por la falta de progresos en la investigación del asesinato, hace un año, en la noche del 5 al 6 junio de 2007, de Zakia Kaki, directora de la emisora Sada-e-Solh (Radio de la Paz), ocurrido en el norte de Kabul. Su marido ha dicho a la organización que las autoridades no han conseguido avanzar en la investigación, presumiblemente a causa de la influencia de los autores intelectuales del homicidio.
“Hoy queremos rendir homenaje a una mujer ejemplar, que fue uno de los símbolos del renacimientos de los medios de comunicación independientes en Afganistán. Apoyamos los esfuerzos de su familia para perpetuar su memoria, y pedir que se haga justicia. En efecto, la escandalosa impunidad que rodea este caso posibilita una oleada de violencia contra las mujeres periodistas. Desde el asesinato de Zakia Kaki más de quince periodistas afganas han sido agredidas o amenazadas, u obligadas a callarse. Pedimos al gobierno afgano que reaccione rápidamente”, ha manifestado la organización.
La familia de Zakia Kaki, y entre otros su marido, Abdul Alah Ranjbar, inauguran hoy en Jabalussaraj un centro cultural que lleva el nombre de la periodista asesinada, con asistencia de personalidades oficiales afganas y extranjeras. “Era lo que ella quería y había empezado este trabajo antes de que la mataran. Yo, y mi familia, tenemos la obligación de mantener viva su memoria. Pienso que, desde el asesinato de Zakia, las mujeres periodistas tienen miedo; la impunidad ha contribuido a aterrorizar a sus colegas”. Una opinión que comparte Najiba Ayubi, directora del grupo de prensa TKG: “La interminable investigación de la muerte de Zakia Kaki genera una gran desesperación en los periodistas, y particularmente entre las mujeres. Sin esperanza para el futuro, nuestra vida está influida por el miedo”.
Otra periodista, Farida Nekzad, de la agencia de prensa Pajhwok, confirma el impacto que ha tenido el asesinato de su amiga Zakia Kaki sobre la profesión: “Cuando se mata, y no se efectúan diligencias judiciales, ni se hace nada para frenar las amenazas y la violencia, todo puede recomenzar”.
Un año después de los hechos, los seis sospechosos que la policía detuvo se encuentran en libertad. Las fuerzas de seguridad no han llevado a cabo ninguna investigación seria. La familia y los colegas de Zakia Kaki aseguran que los autores intelectuales tienen la suficiente influencia como para conseguir que la investigación no lleve a ninguna parte. Las promesas del Ministro del Interior, formuladas tras el asesinato, no se han respetado. Las autoridades señalaron a los talibanes, pero algunas personas cercanas a la periodista acusan a los señores de la guerra locales.
En la noche del 5 al 6 de junio de 2007 al menos dos hombres entraron en el domicilio de Zakia Kaki en Jabalussaraj, en la provincia de Parwan (norte de Kabul), y la mataron de siete disparos delante de su hijo, de dos años. A Zakia Kaki, que también era directora de escuela, le gustaba decir que la emisora Sada-e-Solh es “una casa comunitaria para los habitantes, el único lugar donde se atreven a hablar libremente”. Los señores de la guerra locales amenazaban frecuentemente a la periodista, y a su equipo.
La última mujer agredida ha sido Niloufar Habibi, joven presentadora afgana del canal de la televisión pública local Herat TV. Acaba de ingresar en el Centro de Doha (Qatar) para la Libertad de Información. Nilofar Habibir ha declarado sentirse aliviada: “Finalmente me siento libre y en lugar seguro, pero temo por mis colaboradores. En Afganistán no cesan de aumentar los atentados a la libertad de expresión, y en particular los dirigidos a mujeres periodistas”