Con motivo de la reunión del Nuevo Partenariado para el Desarrollo en Africa (NEPAD), celebrada en el Eliseo, el 8 de febrero de 2002, RSF ha dirigido un correo a los cinco jefes de Estado responsables del Comité de dirección de este proyecto.
Con motivo de la reunión del Nuevo Partenariado para el Desarrollo en Africa (NEPAD), celebrada en el Eliseo, el 8 de febrero de 2002, Reporteros Sin Fronteras ha dirigido un correo a los cinco jefes de Estado responsables del comité de dirección: Abdelaziz Buteflika (Argelia), Hosni Mubarak (Egipto), Olusegún Obasanjo (Nigeria), Abdulaye Wade (Senegal) y Thabo Mbeki (Sudáfrica). RSF desea llamar su atención sobre las repetidas violaciones de la libertad de prensa, en varios de los Estados miembros del NEPAD.
Aunque RSF sólo puede animar un proyecto destinado a promover "la paz, la seguridad, la democracia, el buen gobierno, el respeto de los derechos humanos y una saneada gestión económica", la organización estima que esos objetivos no se pueden alcanzar sin la existencia de una prensa libre, independiente y pluralista. No es realista querer, por ejemplo, luchar contra la corrupción cuando se ataca a los periodistas que denuncian los fraudes del Estado, o de algunos altos funcionarios. Esta iniciativa está destinada al fracaso si los Estados miembros no dan ejemplo en el terreno de la libertad de información. Pero, en diez de las quince naciones que componen el comité de Jefes de Estado o de gobierno del NEPAD, los periodistas son encarcelados, maltratados, agredidos y amenazados, y los medios de comunicación censurados.
En cuatro de esos países no está garantizada la libertad de prensa. Se producen numerosas violaciones y nunca son sancionadas. En Burkina Faso, más de tres años después del asesinato de Norbert Zongo, director del semanario L'Indépendant, el 13 de diciembre de 1998, la investigación sigue dando patinazos. No se ha molestado a los inductores del asesinato y sigue reinando la impunidad. El hermano del presidente de la República, François Compaoré, ampliamente implicado en este asunto, fue interrogado por primera vez, por el juez de instrucción, en enero de 2001; es decir, más de dos años después de los hechos.
En Etiopía, a pesar de una relativa mejora, un periodista permanece encarcelado, desde hace más de un año, por haber citado, en su periódico, palabras de militantes entrevistados por una radio extranjera. Por otra parte, el sector audiovisual se mantiene bajo el control del Estado.
En Ruanda, los periodistas siguen siendo objeto de amenazas y presiones y, al menos dos de ellos, están encarcelados desde hace varios años, por haber ejercido su profesión. La autocensura es muy fuerte y los periodistas no pueden abordar determinados temas, sin llamar la atención de las autoridades. El audiovisual está exclusivamente al servicio del poder.
En Túnez, las presiones del régimen se acentúan sobre los pocos periodistas que continúan, mejor o peor, ejerciendo su oficio, al margen de una prensa adherida al poder. Recientemente, el proceso de Hamma Hammami y sus compañeros, ha demostrado que la justicia está, igualmente, en la bota del presidente Zine el Abidine Ben Alí.
Por su parte, los cinco jefes de Estado promotores del NEPAD, deberían ser irreprochables en este terreno. A ellos les corresponde dar ejemplo, para ganar credibilidad con sus pueblos, con la comunidad internacional y con los socios económicos de Africa. Sin embargo, también en ese aspecto, existen lagunas.
En Argelia continúan los atentados contra la libertad de expresión, sin que se haya efectuado ninguna investigación para encontrar a los tres periodistas secuestrados por las fuerzas de seguridad, entre 1995 y 1997. En mayo de 2001, la Asamblea General aprobó un proyecto de enmienda del código penal, que aumenta las penas de cárcel y las multas, para los delitos de prensa. Finalmente, a comienzos del año 2002, tres periodistas fueron interrogados por la policía, como consecuencia de otras tantas denuncias del Ministerio de Defensa.
En Egipto, la presión del poder sobre los periodistas sigue estando muy presente, y actualmente hay dos profesionales de la prensa encarcelados. En Nigeria, en menos de un año, diecisiete periodistas han sido agredidos, frecuentemente por la policía. En Senegal, varias agresiones recientes de periodistas demuestran que la libertad de prensa sigue siendo muy frágil y que el Estado debe mostrarse particularmente vigilante. De la misma manera, en Sudáfrica, donde la libertad de prensa se respeta globalmente, varios periodistas fueron citados por la justicia, que quería usar sus testimonios en asuntos criminales.