En Eritrea no existe prensa privada desde hace dos años. Solo los medios de comunicación gubernamentales tienen derecho a informar a la población. Paralelamente, en el país continúan encarcelados catorce periodistas. Una vez más, Reporteros sin Fronteras pide su liberación.
Desde el 18 de septiembre de 2001, es decir desde hace dos años, ya no existe prensa privada en Eritrea. Dos años en los que los eritreos no han tenido más fuente de información que la prensa oficial, o las pocas radios extranjeras que se captan en el país.
Es una situación única en el mundo. De un día para otro, el gobierno cerró todos los periódicos privados y encarceló a los principales periodistas. Hoy, Eritrea es el único país del continente africano, y uno de los pocos del planeta, en que solo se publica prensa gubernamental.
Este país es también la mayor cárcel de Africa para los periodistas. Actualmente, al menos catorce profesionales de la prensa se encuentran encarcelados, en condiciones muy difíciles. Las autoridades no dan ninguna información sobre ellos, ni tampoco se conocen los lugares, ni las condiciones en que están detenidos. En varias ocasiones, algunos miembros del gobierno de Asmara, o del partido en el poder, han calificado a los periodistas encarcelados de "traidores a la nación", pero no se ha hecho pública ninguna acusación oficial.
Una vez más, Reporteros sin Fronteras exhorta a las autoridades eritreas a que liberen a los periodistas, y autoricen la reaparición de los medios de comunicación privados.
El 18 de septiembre de 2001 el gobierno ordenaba la suspensión de todas las cabeceras de la prensa privada. Al mismo tiempo se iniciaba una oleada de detenciones, sin precedente en la prensa eritrea. En pocos días, las fuerzas del orden detuvieron al menos a diez periodistas de la prensa privada, y les condujeron al puesto de policía nº 1 de Asmara: Yusuf Mohamed Ali, redactor jefe de Tsigenay; Mattewos Habteab, redactor jefe de Meqaleh; Dawit Habtemichael, redactor jefe adjunto de Meqaleh; Medhanie Haile y Temesgen Gebreyesus, respectivamente redactor jefe adjunto y miembro del consejo de administración de Keste Debena; Emanuel Asrat, redactor jefe de Zemen; Dawit Isaac y Fessehaye Yohannes, del periódico Setit; Said Abdulkader, periodista de la revista Admas y Seyum Tsehaye, un fotógrafo independiente.
El 31 de marzo de 2002, estos diez periodistas iniciaron una huelga de hambre. En una carta remitida desde la cárcel declaraban que querían protestar así por su detención ilegal, y reclamaban "su derecho a la justicia". Entre otras cosas, pedían un proceso ante un "tribunal justo e independiente". El 3 de abril fueron trasladados a centros que se desconocen.
Por otra parte, en enero y febrero de 2002 fueron detenidos tres periodistas de la prensa gubernamental: Hamid Mohamed Said y Saidia, de la televisión pública Eri-TV, y Saleh Al Jezaeeri, de la radio pública Óbice of the Broad Masses. Las autoridades no dieron ninguna explicación.
Finalmente, Akhlilu Solomon, de 32 años, corresponsal local de VOA, fue detenido en su domicilio el 8 de julio de 2003. Posteriormente, unos oficiales anunciaron que le habían llevado a un campo militar, para que haga el servicio militar obligatorio. Según VOA, el periodista ya había efectuado una parte del servicio nacional y estaba exento del resto, por razones médicas.