“Durante la Copa Mundial, la represión continúa”: la campaña de RSF sobre Rusia
En vísperas de la inauguración de la Copa Mundial de Fútbol en Rusia, Reporteros sin Fronteras (RSF) emprende una campaña para denunciar la intervención –cada vez mayor– del Kremlin en el periodismo ruso, y para reconocer la lucha de los periodistas que resisten frente a ella.
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Para denunciar la situación que enfrenta la prensa en Rusia y movilizar a la población, Reporteros sin Fronteras (RSF) emprendió una campaña de comunicación que gira en torno a la Copa Mundial de fútbol 2018. En vísperas de inauguración del Mundial y para dar inicio a su campaña, la organización montó una instalación en París: una cancha de fútbol simbólica, en la que se colocaron fotografías de tamaño natural de siete periodistas rusos encarcelados. Asimismo, RSF ha empezado a difundir cromos coleccionables con las fotos de periodistas detenidos, entre ellos Alexandre Sokolov e Igor Roudnikov. Desde la caída de la Unión Soviética, en 1991, nunca tantos periodistas y blogueros habían estado encarcelados en Rusia. En las próximas semanas, la campaña continuará con otras piezas visuales, para evitar que uno de los mayores acontecimientos mediáticos del año sirva a la propaganda del sistema de Vladimir Putin, presidente de Rusia, camuflando la cada vez más drástica reducción del pluralismo periodístico en este país.
El Kremlin controla los principales medios de comunicación rusos, los cuales usa para difundir entre la población un aluvión de propaganda. El periodismo independiente pierde terreno a pesar de su determinación. En cuanto un medio de comunicación independiente logra tener penetración entre la población lo envían al banquillo. En cambio, a aquellos que pegan patadas a los periodistas casi nunca les muestran la tarjeta roja: desde los actos de violencia de la policía hasta los asesinatos, la impunidad es la regla. Al menos 34 periodistas han sido asesinados en Rusia debido a su labor informativa desde que Putin llegó al poder, en 1999. En la mayoría de los casos las investigaciones no dan resultados y nunca se identifica a los autores intelectuales de los crímenes. En Chechenia y Crimea (que se anexó a Rusia en 2014), simplemente ya no existen reglas: con la anuencia del Kremlin, las autoridades juegan “a puerta cerrada”.
“El gran entusiasmo que suscita entre la población la Copa Mundial de fútbol no debe hacer que se olvide otro partido, desigual, que se juega entre el gobierno y los medios de comunicación independientes en Rusia”, señaló Christophe Deloire, Secretario General de RSF, en conferencia de prensa. “Desde la caída de la Unión Soviética, la libertad de prensa nunca se había visto tan afectada. Para evitar que uno de los mayores acontecimientos mediáticos del año se reduzca a un escenario Potemkin, hacemos un reconocimiento a esos periodistas que encarnan la resistencia al control que el Kremlin quiere imponer a los medios de comunicación”, precisó.
Continuando con esta metáfora, el Secretario General de RSF explicó cómo le Kremlin “hace trampa en los partidos cambiando arbitrariamente las reglas del juego”: las leyes liberticidas no dejan de multiplicarse y se sanciona desde la difamación hasta la "ofensa a los sentimientos de los creyentes”. Como la legislación es poco precisa y da amplia cabida a la interpretación, puede aplicarse de manera selectiva y arbitraria. Las organizaciones que defienden la libertad de prensa no escapan a esta criminalización, que también amenaza a los medios de comunicación extranjeros. Internet, que antes gozaba de gran libertad, ahora también enfrenta un control brutal.
Rusia ocupa el lugar 148, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa publicada por RSF en 2018.
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